Entrevista a Susana Diez de la Cortina Montemayor, autora del libro de poesía «La senda impar»

Entrevistamos a Susana Diez de la Cortina con motivo de la reciente publicación de su cuarto libro de poemas, tercero de los publicados por este sello editorial de la misma autora. Además de poeta, Susana Diez de la Cortina es filóloga y profesora de español, socia fundadora y directora académica de AulaDiez español online (www.auladiez.com) y autora de numerosas publicaciones relacionadas con la lengua, la literatura y la lingüística aplicada a la enseñanza del español como lengua extranjera. Es socia del Ateneo de Madrid y socia directiva de la Casa de Aragón en Madrid, donde dirige la Tertulia “María Moliner”. Entre sus colaboraciones en prensa cabe destacar su columna de opinión (http://www.rondahuesca.es/category/susana-diez/) en la publicación oscense Ronda Huesca, su localidad natal, aunque desde hace varias décadas reside en Madrid.

 


 

E.M.: El título de su libro, “La senda impar”, alude por una parte al camino, la senda, y por otra a los números, con el adjetivo impar. ¿Qué referencias hay detrás de un título tan misterioso?

Susana: Efectivamente, el título hace referencia al Camino por excelencia, con mayúscula, que es el Camino de Santiago. Mi interés en él viene de antiguo, no sólo desde un punto de vista intelectual, como vía de penetración e intercambio de la cultura, sino también personal, dado que he realizado algunas etapas breves caminando por la vía que se conoce como camino castellano-aragonés; la idea del peregrinaje, que contiene en sí otras como las de decisión, esfuerzo y orientación hacia una meta, además de las de tránsito físico y espiritual, me resulta fascinante y me ha inspirado enormemente. Por otro lado, las referencias numéricas que vosotros atinadamente habéis señalado guardan relación con la vinculación tradicional del Juego de la Oca como representación críptica y alegórica del Camino de Santiago, ese tablero en espiral que por su forma nos recuerda una constelación y sirve como imagen de la Vía Láctea; una senda secreta que idearon los Templarios como juego para advertir a los peregrinos de los hitos cruciales del Camino, tanto buenos como peligrosos: el puente, el pozo, la posada, el laberinto…, lugares donde había que tener cuidado o en los que se podía descansar, lugares en los que cabía esperar ayuda (al fin y al cabo los Caballeros del Temple en España tenían la misión de proteger a los peregrinos cristianos durante su viaje a Compostela) frente a otros en los que no se hallaría asistencia alguna, páramos solitarios o desfiladeros peligrosos… De hecho, hay muchos topónimos que aún hoy atestiguan esta vinculación del Camino con el Juego de la Oca: la comarca de Montes de Oca, los Valles de Oca, Nanclares de la Oca, Villafranca de la Oca, los ríos Oca, Oka, Oza, Oça u Oja, los valles y ríos de Anso y Ansón, la sierra de Ancares o Ançares, la población de El Ganso… Algo muy curioso que descubrí mientras escribía este libro es que aún existe, de hecho, una diócesis de Oca en España, y que precisamente el actual Papa Francisco, de nombre secular Jorge Mario Bergoglio, fue designado obispo de Oca el 20 de mayo de 1992 y lo fue hasta, si mal no recuerdo, el año 1997, cuando fue elegido obispo de Buenos Aires. Esto da una idea de la importancia que todavía actualmente tiene esta misteriosa diócesis extinta.

E.M.: ¿Quiere decir que esta diócesis, situada en mitad del Camino de Santiago y hoy inexistente, mantiene todavía un obispo titular?

Susana: Así es, según tengo entendido. La diócesis de Oca (en latín: Auca o Dioecesis Aucensis) fue una sede episcopal de la iglesia católica en Hispania entre los siglos III y VII, situada en lo que hoy es la provincia de Burgos. La ciudad de Auca parece que fue fundada por los romanos en el siglo III y arrasada durante las invasiones árabes de la Península en el siglo VIII, y en el XI la diócesis pasó definitivamente a la ciudad de Burgos, aunque su sede originariamente estaba en la actual localidad de Villafranca de Montes de Oca. Actualmente es una diócesis titular, sin jurisdicción territorial, y no estoy muy segura de si continúa en su cargo o no, pero sé que al actual Papa Francisco le sucedió como obispo de Oca Mieczysław Cisło en diciembre de 1997.

E.M.: Ha mencionado usted que los números tienen relevancia en su libro como correlatos de la simbología numerológica del Juego de la Oca…

Susana: Efectivamente, hay también un juego numérico en la Oca que me sirve a mí para vertebrar o estructurar el poemario, porque las casillas de la Oca son 64, como las del ajedrez o los hexagramas del I Ching. Es un número simbólicamente poderoso ya que la suma de sus dígitos, 6 más 4, es 10, es decir 1, porque la suma de 1 más 0 da uno, el retorno a la unidad. De ahí el título de La senda impar, porque la Oca comienza en el 1 y termina en el 1 con la casilla 64. Además, las ocas del famoso juego se sitúan siempre en las casillas cuyas cifras son reducibles a 5 o a 9, es decir que van en las casillas impares; pero es también una metáfora sobre la soledad, porque La senda impar es ese camino que se recorre solo, es un camino de introspección y de silencio, y al mismo tiempo es un camino ‘sin par’, único: no hay otro camino que el que uno mismo tiene que recorrer, y por eso es también una reflexión sobre el destino y el azar.

E.M.: Entonces, ¿podríamos decir que usted se ha inspirado en los símbolos tradicionales de las casillas del Juego de la Oca (la puerta, el puente, el pozo, la muerte…) para escribir sus poemas?

Susana: No exactamente; más bien se trata de un juego, en el fondo, porque los poemas no fueron compuestos ex profeso para cada casilla, de hecho hay alguno muy anterior a la génesis de este libro que está incluido en él, y es por eso que el libro contiene un índice final que no coincide con los títulos que encabezan los poemas. El Juego de la Oca consistió, para mí, en colocar cada poema de los que iba escribiendo en la casilla que más le conviniese, de acuerdo con su número y el significado simbólico de su figura. Por ejemplo, situé el poema titulado La isla en la casilla 46, por convenirle una cifra reducible a 1, dado que una isla es un territorio unitario y bien delimitado que como metáfora puede referirse a quien está solo, aislado; me pareció adecuado para la figura de la isla y para el número 1 por tratarse de un poema que habla de la soledad que sobreviene tras una ruptura, y que en realidad se titula La vida sin mí. Es este el motivo por el que me ha parecido necesario mantener un índice marginal con títulos originales al final del libro.

E.M.: ¿Quiere decir entonces que, en el fondo, “La senda impar” no trata sobre el camino de Santiago ni sobre la Oca?

Susana: El Camino y los símbolos de la Oca son una fuente de inspiración para mí, un motivo para indagar y para jugar, y constituyen el esqueleto que sirve para vertebrar el libro dotándolo de un sentido unitario, pero no son el tema exclusivo, ni tan siquiera el tema principal, de los poemas. Otra fuente de inspiración importante del libro habría que buscarla en la lírica popular tradicional, en especial en un subgrupo de cantigas que podríamos llamar “cantigas de camino”, emparentadas con las primitivas “serranillas” o con el tema de la “morenica”, las cuales suelen relatar el encuentro amoroso que se produce a campo abierto, en los caminos, entre una zagala del pueblo y el galán, el pastor o el caballero. En las cantigas de camino la protagonista es una moza tostada por el sol y con la tez sonrosada por el trabajo al aire libre, una belleza natural por contraposición a la palidez delicada de las damas, y esa morenica o serrana por lo general suele intervenir en las cantigas de dos formas: lamentándose por la usencia de su amado, que ha tomado el camino para buscar fortuna por esos mundos, o saliendo ella misma al camino en busca de un pastor o zagal que llevarse a su guarida. Son las dos caras de lo femenino, Eva y Lilith, y ambas están reflejadas en La senda impar, pero tampoco diría que el libro trate de lo femenino o sea una vindicación de la figura de la mujer ni nada por el estilo…

E.M.: ¿Y de qué trata, entonces, este libro suyo? Díganoslo, porque a estas alturas de la entrevista ya no sabemos a qué atenernos.

Susana: El tema es el viaje, el libro trata sobre el viaje de la vida. Un recorrido que va desde lo que heredamos (los mitos, los símbolos, la historia, la cultura…) pasando por lo que vivimos (nuestras experiencias, nuestras vivencias sentimentales, nuestros empeños personales) hasta lo que soñamos (aquello que no logramos entender ni controlar, lo que constituye también nuestro máximo anhelo). Es un libro que recorre un único sendero, pero por tramos diurnos y nocturnos: el recorrido nocturno lo representan las casillas de las ocas y está guiado por las estrellas; el diurno transcurre por las demás casillas, y está guiado por las ocas. Así era como los peregrinos se orientaba en su camino a Compostela: durante el día, gracias al vuelo migratorio de los ánsares hacia el oeste; de noche, gracias a las estrellas de la Vía Láctea. Los poemas diurnos están escritos en verso, con diferentes metros y estrofas (alejandrinos o endecasílabos, coplas, liras o décimas), y los poemas nocturnos son sueños redactados en prosa poética, e ilustrados por un artista que tiene una cualidad asombrosa para plasmar el clima onírico: Antonio Fernández Heliodoro. En cuanto a los temas o contenidos por los que me preguntabais, pueden intuirse en el libro diferentes recorridos temáticos (el de los cinco sentidos, el de la mitología, el de la experiencia mística, el del acto de escribir, el del erotismo…) como si se tratase de las tiradas de diferentes jugadores. Me gustaría que el libro tuviese sentido al ser leído de un modo lineal (para eso está el índice final de títulos), pero también que el lector pudiera adentrarse en él como en un juego, al azar, tirando los dados o tomando como referencia fechas importantes como el día de su nacimiento, un aniversario o su número de la suerte, como si se tratase de un oráculo, y a ver qué pasa.

E.M.: Parece prevalecer en todo ello un sentido muy lúdico de la vida…

Susana: Desde luego que sí. Espero de este libro que los lectores se lo pasen tan bien leyéndolo como me lo he pasado yo escribiéndolo. En la vida hay evidencias y misterios, hay obligaciones y juegos, hay realidades y sueños, hay esperanzas y miedos, risas y llantos… Días y noches, en definitiva: ocas y estrellas.

 

Madrid, febrero de 2018

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